Por: Antonio López Sánchez
Fotos: Alain L. Gutiérrez
El tercer día del mes de octubre, mes de reminiscencias más ciclónicas que otoñales en la Isla, albergó la cita sabatina de Cocina y Cultura Alimentaria, en la capitalina librería Alma Mater. En esta edición del espacio, que organizan la Cámara del Libro y la Federación de Asociaciones Culinarias de la República de Cuba (FACRC), fueron diversos los temas, los convocados, y rico y variopinto el debate.
El señor Theodor Friedrich, Representante en Cuba de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); el doctor Leandro Rodríguez, Investigador del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM) y los chefs Eddy Fernández y Carlos Otero Pérez, Presidente y Vicepresidente primero, respectivamente, de la federación nacional, fueron los protagonistas de las conferencias. La nutrición y la sostenibilidad de la producción de alimentos, la cultura alimentaria saludable y una evocación a la historia de los logros de la cocina cubana, a propósito de varias de sus fechas señaladas, fueron las temáticas abordadas.
Desde la tierra: Fiat panis

señor Theodor Friedrich, Representante en Cuba de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
En su exposición, el señor Theodor Friedrich, destacó la necesidad de fortalecer varios rubros vitales en el objetivo de alcanzar la seguridad alimentaria. Asegurar la variedad en la producción de alimentos, y el acceso de la población a estos, son las metas de una agricultura exitosa, sustentable y diversa. Además, es necesario también lograr traducir en el tiempo esa sostenibilidad, subrayó.
El experto destacó que la agricultura cubana ha contribuido a mejorar no sólo el acceso de la población a diversos renglones de la alimentación, sino a fomentar buenos hábitos, a promover un consumo más sano. Pero todavía no es suficiente, acotó. Entre otras acciones, explicó Friedrich, se precisa cambiar los actuales esquemas de producción a sistemas más diversificados, a todo lo largo y ancho del país. El funcionario también hizo mención a diversos proyectos encaminados a la mejoría en la producción de granos, en diversas áreas agrícolas, forestales, ganaderas y de la pesca, entre otros sectores. Queremos abarcar el abanico más amplio posible, afirmó.
¿Comer para enfermar?

Leandro Rodríguez, Investigador del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM)
Por su parte, el doctor Leandro Rodríguez abordó en su intervención ciertas señales de alarma, ya perceptibles, muy relacionadas con el consumo de alimentos. En nuestro país, debido al fomento de malos hábitos a la hora de escoger lo que comemos, se manifiesta un aumento en la incidencia de determinadas enfermedades. La necesidad de una cultura alimentaria saludable, en especial la promoción y la educación para alcanzarla, fueron los ejes de su exposición.
Ahora mismo, explicó Rodríguez, a pesar de nuestras peculiaridades, el contexto cubano ya se asemeja en muchos aspectos al escenario global. El especialista mencionó que en el mundo los niños están comiendo desmesuradamente, pero no están comiendo bien. En Cuba, aunque más por un uso inadecuado del alimento, por malas prácticas y no tanto por exceso de consumo, sucede algo semejante. Esto ha modificado el cuadro de la ocurrencia de las enfermedades crónicas no trasmisibles, antes registradas con más frecuencia en personas adultas. Ahora hay niños en consulta con padecimientos como la diabetes mellitus, con complicaciones cardiovasculares o cerebrovasculares, hipertensión arterial, obesidad, entre otros, enumeró el ponente.
Fomentar una mayor educación dirigida a la familia, al hogar, a las instituciones escolares y de salud, y la información en su más amplio espectro. Una labor educativa en conjunto, que incluye una larga cadena desde productores, vendedores, gastronómicos, hasta los consumidores, en aras de cambiar hábitos y malas prácticas, son los renglones a alcanzar. Aunque nuestro país es un escenario complejo, dadas nuestras particulares circunstancias económicas, aun dentro de las carencias es preciso fomentar una cultura alimentaria saludable.
Sabrosas efemérides y cocina de oro

Eddy Fernández y Carlos Otero Pérez, Presidente y Vicepresidente primero, respectivamente, de la Federación Nacional de Asociaciones Culinarias
El mes de octubre trae varias fechas de renombre universal y también para nuestra historia culinaria. Los chefs Carlos Otero Pérez y Eddy Fernández, abundaron sobre el tema.
El 16 se celebra el Día Mundial de la Alimentación. Esta fecha coincide con la fundación de la propia FAO, en 1945, y se instituyó formalmente en 1979. El objetivo de tal festejo es crear conciencia sobre los problemas de la alimentación en el mundo e impulsar la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza, y se desarrolla en más de un centenar de países.
Ya en intramuros hay otras dos efemérides a destacar. En primer término, el 18 de octubre, se celebra el Día de la Cocina Cubana. El motivo se basa en que en igual fecha, pero de 1984, un equipo nacional de chefs, encabezado por el maestro Gilberto Smith, participaba por primera vez en las Olimpiadas culinarias.
En dicho evento, celebrado en Fráncfort del Meno, antigua República Federal de Alemania, el equipo cubano obtuvo una Medalla de Oro al Esfuerzo Decisivo. Gracias a esta gran victoria de nuestro arte culinario, al más alto nivel del planeta, se agasaja ese día a la cocina nacional.
El otro festejo une dos ramas de un mismo tronco. El 20 de octubre, además de ser el Día de la Cultura Cubana, se celebra también el Día Internacional del Chef. Varias actividades, ya en aires de jornada, tiene preparada la Asociación a propósito de estas citas.
Como cierre, el quinteto Habanabrass, con un peculiar formato sólo de metales, dirigido por Igor Corcuera, regaló una sustanciosa interpretación. El toreador, de la obra Carmen, del francés Georges Bizet; The entertainer, de Scott Joplin y When the saint go marching in, un himno góspel hecho ya estándar del jazz, fueron las piezas ofrecidas. Un sabroso broche musical para demostrar que la cultura también entra por la cocina.